"Éramos todos muy amigos, nos gustaba jugar juntos, la pasábamos bien reunidos, intentábamos hacerlo lo mejor posible. Atacar mucho y luego recuperarla con la ilusión de volver a atacar y esperábamos la compañía de la suerte. Ése es el fútbol, muchachos."

Marcelo Bielsa




domingo, 20 de enero de 2013

SOPLAR Y HACER BURBUJAS

"Bufar i fer bombolles" es una expresión catalana, que se traduciría literalmente al castellano como "soplar y hacer burbujas". Viene a utilizarse para referirnos a algo que resulta sencillo de hacer y sin mayores complicaciones. Y el refranero, siempre sabio con independencia de la lengua en que se evoque, nos viene al pelo para el asunto que aquí pretendo explicar. Desde la perspectiva del F.C.Barcelona, lo ocurrido ayer en Anoeta tiene unas connotaciones novedosas (por el hecho de la derrota en sí) pero deja un aire a algo ya vivido durante la presente temporada. La única diferencia, el resultado final. Las salidas en este curso del Barça a Riazor y Benito Villamarín, por ejemplo, reflejan claramente como esas burbujas estuvieron a punto de explotar antes de que acabaran flotando suavemente por el espacio. En ambos encuentros, los de Vilanova arrancaron dando una formidable versión de su casi inigualable potencial y de resultas de ello, pusieron rápidamente tierra de por medio en el marcador. Luego llegó el sesteo, acompañado de una cierta sensación de indolencia y aderezado además con fallos defensivos no tan habituales en otras temporadas. Y como el rival también jugaba, esos minutos en los que el Barça se puso en "modo relajación", hicieron que el contrario acabara poniendo contra las cuerdas al líder.

Ayer en San Sebastián, sin embargo, sí que se consumó lo que en partidos anteriores se veía venir. El equipo, después de ponerse 0 a 2 antes de la media hora de juego, comenzó a dar ciertos síntomas de cansancio, unidos probablemente a una sensación de que el choque andaba ya medio encarrilado. Comenzó a verse poca precisión en los pases, así como un más que palpable cansancio físico y mental, que fue aprovechado por un rival que andaba como una moto. Porque en todo ello y siendo justos, no debemos restar ni un ápice de mérito a una Real Sociedad que, a diferencia de la bisoñez con la que se mostró hace un par de semanas en el Bernabéu, ayer tenía un objetivo que su ilusión y entrega les llevó a conseguir. Tito Vilanova dijo tras el encuentro que no hay derrotas con lecturas positivas. Sin embargo, el tropiezo en Anoeta fue la fruta madura que terminó cayendo del árbol e insisto, se veía venir. Más allá de todo lo explicado, la situación del Barcelona en la clasificación es envidiable, pese a que algún amigo culé nada más terminar el encuentro, me dijera que el título de Liga corría peligro. Algo innato en la genética blaugrana...

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