"Éramos todos muy amigos, nos gustaba jugar juntos, la pasábamos bien reunidos, intentábamos hacerlo lo mejor posible. Atacar mucho y luego recuperarla con la ilusión de volver a atacar y esperábamos la compañía de la suerte. Ése es el fútbol, muchachos."

Marcelo Bielsa




sábado, 8 de septiembre de 2012

UN FÍN DE SEMANA SIN FÚTBOL

Hace unas horas, he leído un tweet que me ha hecho especial gracia. Decía lo siguiente: "Un fín de semana sin fútbol, es como tener una blackberry sin internet. No sirve de nada.". Sé que hoy viernes ha vuelto a rodar el balón con partidos de las diferentes selecciones nacionales. Pero no es lo mismo. El apasionante mundo de los combinados patrios, sólo alcanza un alto grado de interés cuando se celebra un campeonato magno como un Mundial o una Eurocopa (o en su variante transatlántica, una Copa América). Hasta entonces y salvando algunos pocos partidos cruciales (ojo con esa Francia que tratará de quitarle a España su plaza directa para Brasil) se produce un lento vaivén de encuentros frentes a "Georgias" y "Letonias" cargados, francamente, de muy poco interés.
Y claro, pasa lo que pasa. Y lo que pasa es que nos aburrimos, tanto los aficionados, como los propios futbolistas e incluso, como se ha demostrado en las últimas horas, hasta los papás de los futbolistas bostezan y abren la boca con poca cautela.

Vayamos por partes. Primero está lo de Cristiano Ronaldo y su "tristeza". Fué acabar su partido del domingo pasado y tardar escasos instantes en contarle al mundo (que por cierto, no le había preguntado al respecto) que andaba un poco mohíno. Y no sólo eso, sino que además su club lo sabía (aviso para navegantes). Eso es para mí ser un personaje mediático. Desde entonces hasta hoy (e intuyo que la coña durará aún varios días) la primera pregunta que se formula en ruedas de prensa a cualquier futbolista, incluso a personajes que nada tienen que ver con el balón redondo, hace referencia a si se encuentran o no tristes. Nada se sabe a ciencia cierta sobre ese desánimo del portugués. Unos dicen que no se siente querido en su club, otros que quiere más pasta e incluso hay quien da a entender que no soporta que los premios y las condecoraciones se las lleven otros. A colación de todas estas insinuaciones y quizá de algunas más que ahora se me escapan, se especula con ofertas millonarias de clubes millonarios que desean terminar con su tristeza con propuestas económicas que tienen muy poco de tristes. En mi opinión no creo que vaya a suceder nada. ¿Ven ustedes como no me falta razón?. Si hubiera este fín de semana fútbol del bueno, del de verdad, CR7 volvería a marcar con su Real Madrid y de resultas de ello se le escaparía alguna que otra sonrisa. Y aquí paz y después gloria.

Y a los pocos días de lo explicado anteriormente y no sé muy bien si guardando o no cierta relación, aparece Falcao o mejor dicho, su padre. Este señor, que quizá sea un erudito, pero que de la rivalidad centenaria entre atléticos y madridistas demuestra no saber absolutamente nada, propaga a los cuatro vientos el deseo de su hijo desde niño de vestir la camiseta blanca. Su hijo, en un claro gesto hacia la galería colchonera, rectifica pocas horas después las palabras de su progenitor, no siendo esto último motivo suficiente para que el papá de la estrella se reafirme en sus palabras iniciales sobre el supuesto amor que siente Falcao hacia el Real Madrid. Comentaba en el caso de Cristiano Ronaldo que no creo que suceda nada, si por nada entendemos que el futbolista regresará a Madrid y seguirá durante varios años más marcando goles para sus aficionados (aunque quizá sería más acertado decir para él mismo). Pero en el caso de Radamel Falcao sí que ocurrirán cosas. La historia del Atlético de Madrid, está llena de jugadores geniales que, en algún momento, sintieron que la ribera del Manzanares ahogaba sus ansias de volar hasta que llegó un día, valga la redundancia, en que volaron. Probablemente el futuro del colombiano se decida en junio, o incluso antes. Y la duda es si permanecerá en la misma ciudad, aunque en distinto barrio, o por el contrario cambiará de aires hacia destinos, todo hay que decirlo, climatológicamente más austeros pero económicamente igual de interesantes. En fín, discúlpenme haber quemado todas estas líneas en un par de divagaciones que, al menos por ahora, no nos llevan a ningún sitio. Pero la falta de fútbol potable casi puede ser tan mala como la falta de oxígeno para el cerebro. Admito que mi blackberry no tenga internet pero por favor, no me dejen otro fín de semana sin fútbol del bueno, del de verdad. Sean felices.

1 comentario:

Carmarti dijo...

Genial entrada, una vez más.