"Éramos todos muy amigos, nos gustaba jugar juntos, la pasábamos bien reunidos, intentábamos hacerlo lo mejor posible. Atacar mucho y luego recuperarla con la ilusión de volver a atacar y esperábamos la compañía de la suerte. Ése es el fútbol, muchachos."

Marcelo Bielsa




viernes, 4 de noviembre de 2011

LAS FISURAS DEL SUBMARINO

Con independencia de lo que le depare el futuro, el Villarreal representa lo que yo vengo a definir como un "pequeño milagro". Recuerdo ahora, allá por la temporada 2005-2006, un partido de Champions que disputó el submarino amarillo frente al Manchester United en el "Teatro de los sueños". Y lo recuerdo porque nunca olvidaré, un comentario que realizó el locutor de turno durante la retransmisión del mismo. Vino a decir que toda la población de Villarreal cabría dentro de Old Trafford. Todos los habitantes de esa pequeña ciudad castellonense podrían reunirse en un solo lugar, como es el coliseo del ManU, de la misma forma que podrían hacerlo en una plaza pública para realizar un referéndum popular a mano alzada o sencillamente disfrutar de un concierto en medio de las fiestas locales. Aquello me impactó y me hizo entender que un buen trabajo de gestión, puede provocar que la lucha desigual de David contra Goliat, siga siendo una realidad en nuestros tiempos. La temporada en cuestión, a la que antes hacía referencia, se saldó con unas semifinales de Champions ante el Arsenal. De la misma manera, en el campeonato liguero, el Villarreal ha terminado en el último lustro hasta cuatro veces entre los cinco primeros.

Y todo ello no ha sido fruto de la casualidad. Este equipo es un ejemplo de buena organización, planificación deportiva y un trabajo de cantera que le ha llevado ser uno de los dos únicos equipos de este país, en tener actualmente a su filial jugando en 2ªA. El Villarreal lleva años viviendo en el alambre, pero no en el que te hace estar a un paso del descenso, sino en el que te permite luchar con clubes de grandes aspiraciones. Pero este alambre, igual que el otro, no dispone de una red debajo que amortigüe el golpe. El submarino es, como muchos otros, un superviviente en tiempos de crisis. Es un sumergible que hace todo lo que está a su alcance, para que a la coraza que le protege no le salgan fisuras por donde entre el agua. Hasta ahora, se mantenía a una profundidad estable, pero esta temporada su interior se está llenando de charcos...

Este curso el Villarreal, como otros equipos, no ha encontrado un patrocinador para su camiseta. La falta de inyección económica ha venido acompañada (quizá una cosa sea consecuencia de la otra) de la venta de uno de sus mejores jugadores, el internacional Santi Cazorla. Este traspaso, seguramente, era necesario para mantener al resto de la plantilla. Rossi, Nilmar o Borja Valero, entre otros, eran jugadores codiciados este verano y mantenerlos implicaba un sacrificio. Conservarlos, en un juego de auténtico encaje de bolillos, implicaba también "quitar de aquí para poner allá" y de resultas de esto, el Villarreal  ha quedado como una plantilla con muy poco fondo de armario. Y si encima jugadores básicos de este equipo como el italiano Rossi se rompen para toda la temporada, las opciones de reverdecer viejos laureles se esfuman.

Sin opciones en Europa, el submarino amarillo deberá a partir de ahora poner los cinco sentidos en el campeonato doméstico. No será fácil. Se buscan refuerzos para el mercado de invierno (se ha hablado estos días del atlético Adrián). Aun así, no todo debería ser negativo. El Villarreal ha demostrado durante todos estos años que tiene un plan de juego. Un modelo basado en el gusto por el balón, el toque y la posesión. Y en definitiva, siempre es mejor tener un plan que no tenerlo. Creo que la mayoría nos alegraremos de que el Villarreal pueda sortear este bache, de que pueda remendar las fisuras que presenta su armazón. Se ha ganado el respeto de todos, a base de esfuerzo y de hacer las cosas con sentido común. No se le auguran tiempos felices, ni tampoco fáciles. Pero el submarino amarillo volverá a salir a flote...