Centrándonos en las sensaciones que se derivaron de ese empate a dos final, tengo la impresión de que ambos equipos dieron el resultado por satisfactorio. Desde la perspectiva blaugrana, quizá un tanto más conservadora a tenor de la importante ventaja en la clasificación, las tablas finales suponen mantener esos ocho puntos de margen que, a estas alturas del curso, parecían casi impensables. Y creo además que el Barça, con independencia de que jugadores como Xavi hablaran de una oportunidad perdida para haber agrandado la distancia, temió de manera fundada que el choque hubiera acabado con un resultado peor. Las importantes ausencias en defensa, la inexperiencia de algunos de sus zagueros (ya fuera por ubicarse fuera de su posición habitual como Adriano o por la escasez de minutos como Montoya) o el buen arranque de encuentro de un Real Madrid que tuvo el 0 a 2 antes de la media hora, podían hacer temer lo peor para la parroquia culé. Por suerte para ellos, la segunda mitad disipó muchas dudas. Las imprecisiones de los primeros cuarenta y cinco minutos, dieron paso a un Barça mucho más reconocible que incluso tuvo la victoria en sus manos en la recta final.
En cuanto al Real Madrid, opino que también queda un poso de satisfacción tras el encuentro. Cierto es que siguen a ocho de los culés, pero nadie como el conjunto blanco ejemplifica mejor lo que es la confianza y la autoestima en el mundo del fútbol. Aparte del largo trecho que queda aún de campeonato, los madridistas hacen de la cultura del "clavo ardiendo" una filosofía de vida que les ha servido tanto para sacar adelante partidos que para cualquier otro equipo estarían perdidos, como para llegar hasta el final con opciones de triunfo en competiciones como la Liga. A ello añadirle, que pese a que las fuerzas se han equilibrado en los últimos tiempos, el Madrid sigue teniendo muy presentes todos aquellos enfrentamientos en los que el Barça acabó pasándoles por encima. Y visto desde ese prisma, un empate en campo contrario no debe ser motivo de tristeza.
En resumidas cuentas, hay Liga porque quedan casi cien puntos en juego. Y también porque, pese al pleno de victorias con el que llegaban los de Tito Vilanova antes de este encuentro, el Barcelona no muestra en apariencia la fiabilidad de temporadas anteriores. Ha habido partidos, como los de Osasuna o Sevilla, en los que pese a las victorias finales, los culés estuvieron cerca de besar la lona. Por otra parte el Real Madrid apunta en los últimos encuentros a una clara mejoría que se traduce en victorias más contundentes. El gran peligro para los blancos es que buena parte de sus comodines ya los han quemado y el margen de errores de aquí en adelante debe reducirse considerablemente. Y a todo esto, una reflexión final. ¿Se han fijado en qué lugar de la tabla se encuentra el Atlético de Madrid?...
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